martes, junio 28, 2005

Tener una pasión te da fuerza

Entrevista a SITKA SEMSCH

Creer en ti y arriesgar. Se escribe fácil, puede resultar imposible. Ella sabe que vale y se lo está demostrando al mundo. ¿La verdad? Eso le está desbalanceando la vida, pero le gusta.

Papá aventurero. Ella tenía 14 años cuando él sacó a toda la familia del país con una idea: recorrer en camper el país de Indiana Jones. Tras dos meses en Miami, les preguntó: ¿no les gustaría quedarse a vivir acá? ¿Y el colegio? "Yo no entendía nada, pero siempre hemos sido una familia nómade: no hemos durado más de año y medio en una casa". Tanto era así que la hoy diseñadora peruana con contratos en Rusia y Berlín dormía en una cama marca Comodoy. "Porque mi mami sabía que de todos modos nos íbamos a mudar".

Y fue en el closet de su madre que usted encontró su destino.

Sí. A mí me tocó tener una familia distinta, mi papá es un aventurero a más no poder. Vivió diez años en Alaska y nos enseñó que el mudarse, el cambiar, siempre es algo positivo. Cuando vivíamos en Miraflores, nos decía: ¿no les gustaría ir a vivir a La Punta? ¿Saben lo que es la suerte de poder vivir frente al mar? Y nos envolvía en el cuento de que eso era realmente una belleza y nos íbamos. Así era mi papá. Mi mamá era una artista, bohemia, una persona a la que le encantaba filosofar sobre la vida y vestirse de una manera diferente: con trapos, con sombreros, con flores y plumas. Siempre especial, pero vestida de forma extraña.

A los 8 o 9 años usted entraba a su closet...

En La Punta, ¡justo en La Punta! Porque en ese entonces ellos tenían restaurantes y yo me quedaba sola con mi hermana. Pero, mientras ella estaba haciendo no sé qué, yo entraba a ese closet: era la Caja de Pandora. Sacaba las cajas de sombreros, las flores y me disfrazaba. Era el típico cuento de que te pones los tacos y te quedan enormes...

¿Qué era lo que más le gustaba?
Los trapos, enredarme con cosas, personificar. No necesariamente imitar a mi mamá, pero sí disfrazarme. Eso lo debo haber hecho durante el tiempo que viví en La Punta. Sin embargo, a los 14 tuve claro el haber dicho (porque mi papá nos empujaba a mí y a mi hermana mayor hacia el manejo de sus restaurantes): lo mío es el diseño.

Entre los restaurantes que tenía su padre estaba La Rosa Náutica. ¿Cómo fue su enfrentamiento con él? ¿Cómo le dijo: no me da la gana, no quiero?

Tal cual lo dices, y me acuerdo clarísimo que fue en la mesa del comedor, sintiendo su presión --y yo entiendo su presión, porque da pena que ninguno de tus hijos quiera seguir con lo que te ha costado tanto sacrificio--, que le dije: papi, no me vuelvas a insistir, no quiero. Yo tengo claro que lo que quiero es esto (el diseño). Eso fue a los 14 años, y agarró a mi hermana mayor (ríe)...
¿Decirle no a su padre debió prepararla para también decírselo a clientas difíciles que habrán querido mandar sobre sus creaciones?Decir no o sí es mucho más fácil cuando lo tienes claro. A la edad que sea, en el momento que sea, ante la circunstancia que sea, ¡y yo lo tenía claro! Ahora, de alguna manera sentí que estaba afectando a mi hermana mayor, quien, igual que todos mis hermanos, hasta ahora me dice: qué suerte que hayas encontrado tu pasión desde tan chiquita. Porque ninguno de ellos tiene algo que los haga vibrar; y tener una pasión es algo particular: te da la fuerza.

¿Cómo lo explica? Si los cuatro crecieron en un hogar regido por la aventura, ¿por qué no todos encontraron su pasión?
¡Esa es la pregunta! Y la verdad es que lo conversamos frecuentemente... No sé. Ahora, yo encuentro que mi padre es una persona realmente apasionada por lo que hace, no me refiero necesariamente al restaurante --porque él no sabe freír ni un huevo--, pero se apasiona, se involucra y se compromete en lo que sea que haga, y esa es una las mayores cosas que yo he aprendido de él. Él siempre nos decía: no me importa lo que hagan en la vida, pero háganlo bien: no quiero mediocres. Y esa frase la tengo bien presente.

¿Qué es ser mediocre?
No comprometerte, y eso no tiene nada que ver con lo económico. Yo no concibo la falta de compromiso en el ser humano: con tus hijos, tu trabajo, ¡con lo que sea!

Y como consecuencia de ello, en el 2003 fue elegida Nueva Estrella de la Moda en la Semana de la Moda de las Américas, en Miami...
Sí. De nuevo: fue la pasión, las ganas de sobresalir. No sé. De hacer algo diferente. Cumplir sueños que tuviste de chica, de cuando no sabías cuál era el camino, ¡porque nadie te lo dice! Pero definitivamente creo que el ingrediente que te lleva a avanzar es el hacer las cosas bien, no importa en dónde estés, y eso va generando un efecto, ¿no?

¿Cómo fue el inicio?
En la casa de mi mamá, en un cuarto que tenía en el sótano. Empecé con una costurera y de a pocos, entrenándome, viendo qué cosa me gustaba y qué no. Creo que debes ser inteligente y saber en qué eres buena y en qué eres pésima, y yo, para los negocios, ¡soy pésima! ¡Pésima! No me gustan los números, porque me quitan creatividad: te limitan, de verdad. Cuando las cosas no están bien, te bajan, ¡y yo no quiero bajarme!

Números, precisamente: si encuentra un diseño que gusta y se vende masivamente, podría hacer dinero en segundos; pero eso también la alejaría del arte.
Exactamente, y ese es un tema recurrente con mi padre. El siempre me dice: ¿nunca se te ha ocurrido tener un ítem que sea un hit y que por volumen te haga ganar mucho dinero? Y yo respondo: Papá, es que por ahí no está la cosa, ¿no me entienden? Creo que el objetivo no es trabajar por ganar dinero, y pienso que ya me entendió... pero recién ahora, en diciembre. Lo que ocurre es que para mí ese es el significado. Por ejemplo, el otro día estaba haciendo mi 'research' (investigación) para la colección de verano que llevaremos a Rusia en octubre, y fui al museo Amano, en Miraflores, y no sabes lo que encontré: ¡unos telares chancay! Parecen gasas, encajes, que tú dices: "¡no puede ser que esto haya sido hecho hace tantos años y con tanta perfección!". Yo no lo hago por la parte económica, sino para demostrarme a mí misma las capacidades que tengo. Ahora, si junto con ello viene el dinero, es maravilloso, porque voy creciendo como empresa, pero lo importante es demostrar al mundo lo que nosotros podemos hacer. En Rusia ya he presentado tres colecciones y la sensación es indescriptible. Es que vienen diseñadores de diversos lugares, y vienes tú, de Perú, y estás a la par, en diseño, en calidad, en producto, en valor. Por ahí va mi gusto.

Y esa pelea le está rindiendo frutos: ya tiene pedidos de tiendas de Rusia y Berlín.
Sí, los primeros. A la tercera ha sido la vencida, porque es una inversión: expones y te regresas.

¿Cuánto se invierte?
¿En cada salida? Aproximadamente 35 mil dólares.

Lo que significa arriesgar...
Y creer en ti, nada más. ¡Y yo sé que puedo!

Pero también están las concesiones. ¿Cuál es la mayor que ha tenido que conceder para llegar adonde ahora está?
No. Yo siempre me he dado toda. Estoy casada, no tengo hijos, y a Dios gracias mi esposo se casó conmigo entendiendo mi pasión al 100%, porque yo a esto le dedico todo mi tiempo. Es mi vida... un poquito desbalanceada, pero las cosas no se logran sin este desbalance. Además, no sé hacerlo de otra manera. Y los resultados los estoy viendo ahora, después de haber ido tres veces a Rusia. La cosa funciona así: la primera vez la gente dice qué bonito, pero habrá que ver si hay credibilidad en el diseño, porque puedes tener una colección maravillosa y, la siguiente estación, una pésima. Por lo tanto, no eres consistente en cuanto a diseño; también puede ocurrir que no seas consistente en cuanto a regresar al Fashion Week (Semana de la Moda), porque eso requiere una inversión. A mí me decían: ¡síguele dando! Y esta tercera vez creo que terminé de demostrar credibilidad en cuanto a mi interés por ingresar a ese mercado, que había calidad y coherencia en la calidad de mi diseño, ¡que había seriedad!

¿Se planteó qué hacer si es que después de esa tercera vez no había pedidos?
Seguir. Bien terca soy. Y yo sé que soy buena, que tengo algo que ofrecer: que es diferente, que tiene carácter, personalidad. No es solo hacer una "ropita" que nadie la reconozca.

LA FICHA

Nombre: "Mi nombre de pila es Sitka, que es una isla de Alaska, pero el cura no me quería bautizar solo con él, así que me pusieron Sitka María". Sitka María Semsch Gutiérrez.
Hermanos: Segunda de cuatro, todos con nombres de Alaska, mezclados con uno 'normal'.
Colegio: Estudió en cuatro: tres en Lima, uno en EE.UU. ("porque a mi papá se le ocurrió darnos una vuelta en camper por Estados Unidos"). Estudios: Diseño de Modas en la Rhode Island School of Design, EE.UU.

Diario El Comercio, Lima, Perú, 28-06-05