domingo, septiembre 17, 2006

Tocado de oro Moche vuelve al Perú


"El 17 de agosto último las autoridades policiales británicas nos sorprendieron con la noticia del hallazgo de un espectacular ornamento de oro moche en las oficinas de un estudio de abogados ingleses. La reliquia peruana fue a parar ahí luego de que Leonardo Patterson --un conocido traficante internacional de objetos de arte-- la trajese a Londres con la finalidad de entregarla, a manera de soborno, a Michel van Rijn, el ex traficante de arte que ahora se dedica a repatriar objetos de arte robados alrededor del mundo.

El objetivo del soborno era que Van Rijn elimine toda referencia a Patterson contenida en su página web, la misma que obstruía los intentos de comercializar las piezas por parte del traficante.

Pero en realidad Patterson había caído en una trampa cuidadosamente elaborada por Van Rijn, con el conocimiento de Scotland Yard.

Así, ingresó al Reino Unido con la preciada reliquia en sus manos. Considerando las actuales circunstancias en lo concerniente a la seguridad en los aeropuertos del Reino Unido, Patterson había tomado ciertas previsiones en caso las autoridades de aduanas británicas detectasen el valioso objeto que traía en su equipaje personal.

Junto con el tocado moche, Patterson traía una fotocopia en papel A4 en la que se leía que un señor llamado Jack Franklin --aparentemente un coleccionista ya fallecido-- daba fe de que la pieza de oro Moche había pertenecido a la colección de Everett Rassiger, quien, a su vez, la había adquirido en enero de 1987 de Raúl Apesteguía.

Patterson se refería a Everett Rassiga, un famoso anticuario neoyorquino que en el pasado se ha visto envuelto en problemas con las autoridades en México y EE.UU. por traficar piezas mayas para su comercialización. La carta prosigue y señala que otro sujeto transportó la pieza a Fráncfort en donde Rassiger (sic) la recibió para posteriormente vendérsela a un coleccionista --Patterson- en Múnich por US$18.000.

La falsificación resulta evidente, ya que se ve claramente que la firma de Franklin ha sido cortada de otro documento y luego fotocopiada como parte de la carta que, además, consigna el ridículo valor de US$18.000 por una pieza que en el mercado ilegal podría fácilmente superar el millón de dólares.
Según la explicación de Patterson a Van Rijn, la consignación de tal valor se debía a que Patterson temía que la pieza fuese detectada por los oficiales de aduanas británicos, quienes lo conminarían a pagar el impuesto correspondiente. Previendo tal contingencia había decidido subvaluar la pieza.

Días antes de ingresar al Reino Unido, el mezquino costarricense llamó por teléfono a Van Rijn para preguntarle si le parecía que el valor de US$ 18.000 era 'creíble'. Pero lo más risible de tan burda falsificación, es que en enero de 1987, año en el que se supone Raúl Apesteguía vendió la pieza a Rassiger, el mentado objeto aún se encontraba bajo tierra, ya que solo fue extraído del sitio arqueológico La Mina en 1988.

Las previsiones de Patterson resultaron bastante atolondradas, pero las aduanas británicas fallaron en detectar el objeto y el traficante ingresó al país sin mayores problemas.

...Patterson, totalmente convencido por las artimañas de Van Rijn, visita la casa de este último para tomar un café y conversar acerca del trato que iban a realizar... Ya en ese momento las autoridades policiales británicas habían informado a Interpol Perú con la finalidad de que remitan la orden de captura correspondiente contra Patterson y la autorización judicial necesaria para confiscar el tocado moche como objeto robado.

Los días pasaban y no se recibía la comunicación necesaria del Perú. Mientras tanto, Patterson se ponía nervioso y empezaba a intuir algo. Finalmente, le dice a Van Rijn que había pasado suficiente tiempo y que al no sentirse seguro en Londres, iba a marcharse del país. Van Rijn --aduciendo demoras relacionadas con formalidades legales-- convence a Patterson para que deje el tocado en manos de sus abogados y le promete que él mismo finalizaría el trato con estos.

Cuando eventualmente la orden judicial llegó del Perú, Scotland Yard pudo, finalmente, confiscar la pieza. Para ese entonces Patterson, poseedor de una enorme colección de objetos artísticos robados del Perú, ya se hallaba con paradero desconocido".

El Comercio, 16-09-06