domingo, diciembre 10, 2006

Vincent van Gogh


"¡Ah! ... mi querido Théo, ¡si vieras los olivos en esta época! ... El follaje de plata vieja verdeando contra el azul. Y la tierra labrada, de un tono anaranjado. Es algo muy distinto de lo que se piensa en el Norte; ¡algo tan fino, tan distinguido! Es como los sauces de nuestras praderas holandesas o los macizos de encinas de nuestras dunas; es decir, que el murmullo de un vergel de olivos tiene algo de muy íntimo, de inmensamente viejo. Es demasiado bello para que yo me atreva a pintarlo, o pueda concebirlo. El laurel rosa -¡ah!- es algo que habla de amor y es hermoso como el Lesbos de Puvis de Chavannes, donde estaban las mujeres a la orilla del mar. Pero el olivo es otra cosa; es, si se lo quiere comparar con algo, un Delacroix".


"Prefiero pintar los ojos de los hombres a las catedrales, porque en los ojos hay algo que no hay en las catedrales, aunque sean majestuosas e imponentes: el alma de un hombre aunque sea un pobre vagabundo o una muchacha de la calle, me parecen más interesantes".

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