sábado, diciembre 24, 2005

A propósito del año nuevo 2006


Queridos amigos:

Quisiera participar en estas fiestas de Navidad y Año Nuevo de una manera particular, convocando a todos Ustedes a la acción (está claro que empezando por mí mismo). Es decir, no sólo pensando, no sólo hablando, sino participando directamente de la vida y de sus misterios. Evidentemente hay mucho por hacer en bien de cada uno de nosotros, en bien de nuestra profesión, en bien de nuestros familiares y de la comunidad. Por eso, considero prudente compartir con Ustedes un texto escrito por un gran actor peruano, Don Ricardo Blume. Él, con la sencillez que lo caracteriza, nos llama a la acción, simplemente a empezar a hacer cosas, a "empezar sin decir nada"...:


"Este año sí, me digo. Ahora es cuándo. Entre Navidad y Año Nuevo -esa tierra de nadie- reviso lo que ha sido el año, la cantidad de buenos propósitos incumplidos. E ingenua pero firmemente trazo lo que serán las metas del año que empieza...

Me hace gracia pensar que sentimos que algo cambia de un año a otro, entre el 31 de diciembre y el primero de enero. Nada varía, en realidad, salvo la fecha. Pero somos dados a apretujar el tiempo en calendarios y relojes.

Quizá como un intento fallido de aprisionarlo. Hacer el tiempo a nuestra medida humana. De algún modo contabilizar su paso o sofrenarlo.

También me produce curiosidad que cuando tomamos una determinación decimos siempre: el lunes empiezo. Supongo que escogemos ese día lunático como principio de semana, como punto de arranque. Manía nuestra de fraccionar el tiempo en pedacitos y designarles algunas cualidades.

¿Será para tomar fuerzas de aquí hasta el lunes? ¿O para darle lugar al azar para cambiar las cosas y no empezar, en realidad, ni el lunes ni nunca? Quién sabe. Sabe uno cada vez menos del hombre y sus abismos.

Quizá entrañe una gran sabiduría que no se me alcanza. Pero eso del lunes empiezo me suena siempre a agárrenme que le pego. Fanfarronada, indecisión que alardea de lo contrario, boquilla pura.

Las decisiones más tremendas no se anuncian. Se ejecutan y ya. El genuino suicida ni anuncia ni falla. A menos, claro está, que sea un inútil hasta para suicidarse. El homicida no anda pregonando. Dispara y ya. Y ésos sí que toman decisiones trascendentes. Letales por lo menos.

Porque, veamos. Por lo general eso que anuncio que empiezo a hacer el lunes es algo tan poco trascendente y soso como una dieta o tan simplón como ponerse a hacer ejercicios físicos y naturales, como decían antes. Peccata minuta. Sin embargo, pregonamos: el lunes empiezo.

Lo dice uno para los otros más que para sí, naturalmente. Para la exportación, no para el consumo interno. O para convencerse. Como habla uno solo y fuerte cuando le tiene miedo a sus propios fantasmas, grita cuando no tiene razón o silba displicente para intentar demostrar que algo que le importa no le importa.

Bravuconada, pues, alarde y faramalla. ¿Por qué no empiezo ahora? ¿O mejor: !Empiezo! O más aún: !Empecé! O lo máximo, lo más más, lo ya no ya: empezar sin decir nada?

Pero no, postergamos. Dejamos para un mañana presunto e hipotético llamado lunes lo que nos cuesta empezar a hacer hoy, de una buena vez, ahora mismo, cogiendo por las astas ese toro al que parece que en el fondo le tenemos miedo.

Desidia para la decisión. Crónica de una indecisión anunciada o el discreto encanto de la incertidumbre y se nos pasa la vida y se nos viene la muerte, tan campantes.

Después, ya voy, mañana, más tarde, espera. Postergadores de plazos que no llegan o se nos vencen. ¿Será esto cosa de la condición humana? ¿Un esperar que alguien resuelva por nosotros, un espacio al azar, a lo que venga?

Ociosas reflexiones en esta tierra de nadie entre una y otra fiesta a fines de año..."


Ricardo Blume, Diario El Comercio, 02-01-92

¡Felices fiestas de Navidad y Año Nuevo!

¡Felicidad, alegría, paz, amor... aquí y ahora!